miércoles, 28 de mayo de 2014

UN TROCITO DE ÁFRICA EN VALLADOLID II: La Colección de Arte Africano de la Fundación Alberto Jiménez-Arellano Alonso. El "Reino de Oku"


Hoy vamos a completar nuestro recorrido por la Colección de Arte Africano de la Fundación Alberto Jiménez-Arellano Alonso con la visita al tercer, y último, espacio: la Sala de San Ambrosio. Pulsa aquí para ver la primera parte de la Colección.

Figura conmemorativa de antepasado Real. Finales del siglo XVIII
SALA DE SAN AMBROSIO
La Sala de San Ambrosio, que anteriormente albergaba el Museo de la Universidad, contiene en la actualidad la incorporación más reciente a las colecciones de la Fundación Arellano Alonso: el conjunto denominado “Reino de Oku”.
El Reino de Oku es un territorio situado en el centro de la provincia de Bamenda, al noroeste de la República de Camerún. Se trata de una región de altas mesetas volcánicas conocida bajo la denominación de “Grassland”, con una altura media de 1.400 a 3.011 metros, cuya cota más alta es el monte Oku. El territorio de Oku ocupa el dominio que hace frontera con los reinos de Kom, Din, Djottin, Nso, Babessi, Baba, Babungo y Mbesenaku. La población se agrupa en 36 pueblos diseminados por fértiles valles y laderas de tierra volcánica en los que unos 120.000 habitantes viven principalmente de la agricultura y en menor medida del pastoreo. La mayor densidad de población converge en los pueblos en torno a Elak, capital del Reino, en la franja de territorio entre los 2.000 a 2.400 metros de altitud.

En el año 2006, Fon Sintieh II, rey de Oku, comenzó a negociar con Ramón Sanz para la firma de un acuerdo en el que se nombra a la Fundación Alberto Jiménez-Arellano Alonso "(...) su embajadora para la promoción de los valores culturales y artísiticos en Europa". Con dicho acuerdo se produjo la llegada de más de cien objetos de diferentes materiales a Valladolid, los cuales reflejan las tradiciones, creencias y organización social de este reino. Cabe decir que todas estas piezas es la primera vez que se ven fuera de Oku.

En Oku el rey es la figura más relevante, la máxima autoridad política, judicial y religiosa. En la exposición se pueden contemplar algunas de sus regalías (objetos cuyo uso es exclusivo del monarca y que simbolizan su autoridad). Éstas, son piezas talladas en madera que ponen de relieve el gran desarrollo que este arte ha alcanzado, en general, en todo Camerún. Tal es el caso de las camas de jefatura o los tronos rituales, utilizados por ejemplo durante las ceremonias de entronización o las de culto a los antepasados. La talla de madera se aplica también a la arquitectura y así se ejemplifica en las columnas que sustentan el pórtico del palacio real, decoradas igualmente con emblemas y símbolos de la autoridad del soberano.

Columna lateral del Palacio de Oku

Tambor de ranura Nguk
Cama ritual Ebkun, insignia de notable perteneciente a la familia real
Otro conjunto importante, e impactante, es el conjunto compuesto por las máscaras de algunas de las sociedades secretas tradicionales que aún cuentan con gran relevancia en la sociedad de Oku y cuyas actividades y objetos deben permanecer en el más estricto misterio. Las Sociedades son las encargadas de frenar los comportamientos antisociales que amenacen el bienestar general o atenten contra las costumbres tradicionales, manteniéndose así la armonía y la paz social. Los castigos son aplicados por sus máscaras, que tienen una carga mágica sinónimo de “medicina” que es lo que les da su poder y les dota de vieja, por eso danzan en ceremonias y rituales tradicionales de todo tipo (judiciales, funerarios, entronizaciones, etc…). Cuanto más agresiva es su danza y más repulsivo es su aspecto, mayor será su poder.

Las máscaras se componen no sólo de la pieza tallada que cubre la faz, sino que incluyen también el cubre-rostro, el traje (de algodón, fibras vegetales, plumas…), las tobilleras y bastones o lanzas. El origen de estas máscaras se encuentra en una leyenda que cuenta que un agricultor se vio obligado a hacer guardias nocturnas en su granja para ahuyentar a los merodeadores que intentaban robar su cosecha. Un día se le ocurrió, en lugar de esto, tallar varias estatuas de madera que, al ser movidas por el viento, emitían unos sonidos que lograron ahuyentar a los ladrones. Pronto las gentes relacionaron las tallas con el mundo de los ancestros y empezaron a considerarlas juju (medicina peligrosa).

Una de estas máscaras es la del “líder” Kam. Esta máscara es la que dirige y controla las evoluciones del resto de las máscaras mientras danzan. A vanguardia de la formación, marca los cambios de ritmo desde su puesto de mando por medio de señales. Una máscara Kam morfológicamente describe la cabeza de un varón de pelo recogido en largas trenzas, bigote y barba de pelo natural o a imitación (cuerda anudada), que esboza sobre la frente (de forma estilizada) el tocado de los jefes. La autoridad de Kam se ve reforzada por vestir la capa de las máscaras más peligrosas del Reino, recubierta de pelo natural obtenido de cada uno de los miembros de la sociedad (a los que de esta manera protege y representa).

Máscara del líder "Kam"
La gente común debe mantenerse a distancia de esta máscara, estando terminantemente prohibido tocarla. Los amuletos cosidos al interior de la capa y las medicinas ocultas en el interior de las trenzas hacen de Kam una máscara especialmente peligrosa, poder que no cesa de reivindicar cuando blande armas amenazantes (cuchillo, espada, lanza o bastón de mando) en dirección de las otras máscaras o contra los espectadores.
La exposición se completa con fetiches e instrumentos musicales, que, al igual que los objetos anteriores, es la primera vez que se pueden contemplar fuera del reino de Oku. En éste, los dioses no constituyen un número cerrado y pueden crearse nuevos, si los adivinos asignan un suceso inexplicable a una nueva divinidad. En su mayoría, los dioses se identifican con personajes históricos que en vida protagonizaron hechos relevantes o sucesos extraordinarios.
En cuanto a la música, hay que tener en cuenta que va más allá del puro divertimento y los instrumentos musicales ostentan también la categoría de ”peligrosas medicinas”, objetos mágicos cargados de poder de los que se valen las sociedades secretas para llevar a cabo sus funciones.

El elemento que cierra este “Reino de Oku” es, quizás, la pieza más impresionante de todas: el pórtico del Palacio de Oku. En él se despliegan los principales blasones de la Realeza: la figura humana, el leopardo, la araña de tierra, el camaleón, la doble campana… y el emblema que nos devuelve al origen mítico de la fundación del Reino: la doble serpiente esculpida sobre el zócalo de la puerta. Su sola presencia guardando el escalón de entrada al Palacio demuestra y señala el carácter sagrado de la “Casa de los Dioses”, advirtiendo que nadie debe atreverse a profanarla. En la misma entrada encontramos varias figuras humanas flanqueando la puerta que representan altos dignatarios vestidos para llevar a cabo un ritual. Portan en la mano calabazas ngie rellenas del tradicional vino de palma necesario para obtener el amparo de los Dioses. En el dintel, entre cabezas cortadas de enemigos, sobresale victoriosa la doble campana, símbolo máximo de soberanía.

Entre la puerta de entrada y las columnas exteriores que sustentan la techumbre se ubica el porche de audiencias de suelo empedrado con mosaicos que forman arañas de tierra, el símbolo de la sabiduría. Enmarcando la estancia la “tela de reyes” kelanglang tapiza las paredes. En su interior, ocupan un lugar prominente, el torno, la trompeta real, la piel de leopardo y otros emblemas de la monarquía. De nuevo, las columnas laterales muestran altos dignatarios sujetando un objeto entre las manos. Esta vez se trata de “copas de rango” talladas en cuerno de búfalo, símbolo que mantiene el espíritu de unidad de una gran familia. Los que beben de estas copias no pueden tener “dos corazones” (traicionar el espíritu de unidad de la familia). Vigilantes, dos leopardos escoltan a los altos dignatarios. La creencia en que el leopardo duerme con un ojo abierto y que ningún movimiento escapa a su atención le convierte en uno de los animales “alter ego” del Rey. Para obtener tan valiosa cualidad del Rey recibe la piel y los ojos de cada leopardo cazado en sus dominios.

Guardando la entrada, las columnas exteriores vuelven a reiterar la figura humana, icono exclusivo de la Realeza. En apariencia, la representación en ellas de militares alemanes es un elemento de discordia con el discurso palatino de soberanía. El enigma se desvanece al escuchar las alabanzas dirigidas durante una oración al rey Mkong Motch, Dios de Oku: “… si hay civilización en Oku a ti te lo debemos. El hombre blanco llegó de Alemania y la civilización ya no era extraña al pueblo de Oku”. Estas reveladoras palabras pronunciadas por Fai Ndifon hacen pensar que tras la presencia del poderoso oficial alemán en uniforme colonial se esconde el propio Ebfon de Oku. Contribuyen a esta hipótesis los rasgos negroides y que la disposición del correaje del “militar alemán” coincide con las bandas medicinales que tradicionalmente cruzan el pecho de los Reyes de Oku. Más sospechoso todavía es la conocida tendencia de algunos reyes del Grassland a lucir el uniforme militar obsequio de las potencias coloniales invasoras.

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