miércoles, 16 de abril de 2014

SEMANA SANTA EN RIOSECO. El Descendimiento "La Escalera"


Hoy trataremos sobre el paso del Descendimiento de Medina de Rioseco, conocido cariñosamente como “La Escalera”. Para no repetir nada, puesto que es idéntico al paso del Descendimiento de Valladolid, no entraré a describir el paso ni analizar las diferentes imágenes que lo componen, en este caso nos dedicaremos a hablar sobre las vicisitudes del paso riosecano que es lo que nos incumbe ahora. Así que, os recomiendo que antes echéis un vistazo a este post para comprender mejor el ejemplar riosecano: http://t.co/x6RSneXv También os recomiendo el post sobre “El Longinos”, puesto que ambos pasos son los “pasos grandes” de la Semana Santa de Medina de Rioseco: http://t.co/RBIIByy8HJ
El 26 de marzo de 1663 Francisco Díez de Tudanca accede a los ruegos de don Francisco Vázquez Céspedes, Antonio de Aguilar Carrera y Francisco Santos “vecinos de la ciudad de Rioseco”, los cuales “le han pedido y rogado con mucha instancia y movidos de santo celo les haga para la Cofradía de la Soledad de Nuestra Señora” un paso del Descendimiento de la Cruz “a imitación del que tiene la Cofradía de la Santa Vera Cruz de esta dicha ciudad de Valladolid que hizo Gregorio Fernández”. Asimismo se obligaba a realizar “cuatro figuras de cuatro sayones para el Sepulcro de Cristo, una urna y tablero con dos ángeles que llevan el sepulcro a imitación de los que están en el paso del Entierro de Cristo” de la Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de las Angustias de Valladolid. Es decir, una vez más Tudanca debía de ejecutar copias de esculturas vallisoletanas afamadas, en este caso de pasos procesionales. Salieron como fiadores de Tudanca en la presente escritura de obligación su suegro Francisco Ezquerra y los doradores y estofadores Pedro Mondragón y Lucas de Ávila.
Este paso, que copia puntualmente el original de Fernández, nos volverá a mostrar dos hitos importantes: por un lado el trabajo como copista del escultor, y, por otro, como los pasos vallisoletanos seguían siendo muy cotizados y demandados. Que un artista como Tudanca, en su plena madurez como artista , cargado de encargos, se avenga a llevar a cabo un trabajo semejante puede revelar, además de profunda admiración por Fernández, cierto conformismo o la conciencia de sus propias limitaciones. El corto período de tiempo que se le impuso, así como la escasa cantidad que cobraría, pudo influir en la calidad del resultado final, que nos muestra unas tallas sumamente bastas.

Según apunta Pérez de Castro: “Las delicadas expresiones del paso de la Vera Cruz vallisoletana se tornan en el conjunto riosecano mucho más toscas, especialmente en algunas figuras como San Juan o la Magdalena. Fernández se había convertido en un modelo a imitar y como tal existía una conciencia de que era insuperable. Lo más acertado del grupo riosecano pudiera ser el Cristo y José de Arimatea”. Asimismo afirma que “toda la teatralidad y los elogios que se han vertido sobre el conjunto vallisoletano se pueden reutilizar para la copia riosecana: composición diagonal y dinámica, propiamente barroca, creación de dos focos de atención en una misma escena (grupo del Descendimiento y grupo de la Virgen, ambos enlazados), adaptación del conjunto a múltiples puntos de vista. Todo parece inestable, de un realismo dramático: Cristo está suspendido en el aire, Nicodemo y Arimatea se sostienen a la escalera, la figura de la parte trasera gira en un gran escorzo, completamente abierto. Es, desde luego, una de las mejores composiciones del barroco castellano. La escultura está hecha por y para verla en la calle, en las procesiones, que es donde cobra su auténtico valor”.
El paso del Descendimiento tendría siete figuras “Cristo y su madre, Abad y Matías, la Magdalena, San Juan y un mozo que desclava los clavos”, además de “la cruz, escaleras, un calvario al pie de la cruz, todas las insignias, tornillos y hierros que han de asegurar las figuras a su tablero de forma que vayan firmes”. Cabe hacer varias aclaraciones: por Abad y Matías “Arimatea” se refería a José de Arimatea y a Nicodemo; por otra parte, la escultura de la Virgen desapareció del conjunto en el siglo XVIII desconociendo el motivo que llevó a quitarla del conjunto así  como el paradero de la misma, el caso es que la actual fue hecha en 1985 por el escultor y restaurador vallisoletano Mariano Nieto. Tudanca también entregaría “los demás herrajes y clavazón necesaria y sus ruedas por bajo para que entre y salga el paso en las iglesias que le tocare andar todo muy seguro”.


Como ya hemos referido, y la escritura vuelve a recordar, el “paso, cruz, figuras, calvario y tablero y demás insignias ha de ser a imitación del paso del Descendimiento de la cruz que tiene la Cofradía de la Vera Cruz de esta dicha ciudad de Valladolid que hizo Gregorio Fernández y de la misma perfección y tamaño y figuras”. Todas las esculturas, que llevarían ojos de cristal, se ahuecarían para que fueran más ligeras y de esa manera no pesaran “cada una de una arroba arriba de fuerte que todo el paso no pase todo su peso de veinte y cuatro”. Pero no solo se habría de copiar el paso tal cual, también se imitaría la pintura, el encarnado, el estofado, el dorado y el colorido del paso vallisoletano. Seguramente todo ello correría a cargo de los referidos Pedro de Mondragón y Lucas de Ávila.
Ambos pasos debía de darlos acabados “en lo tocante a madera en toda perfección y a vista y satisfacción de personas peritas en el arte que se hayan de nombrar por ambas partes para fin del mes de septiembre venidero de este presente año de mil y seiscientos y sesenta y tres”. Una vez finalizados se habría de avisar a los comitentes para “que vengan a ésta ciudad de Valladolid y lo vean con las personas que se nombraron como va dicho y cotejen el paso con el otro a cuya imitación lo ha de hacer para lo cual tendrá armados los pasos de ambas partes (…) y si pareciere quitar o enmendar algo como sea cosa que convenga lo ha de hacer al punto”.

Si los comitentes daban el visto bueno el paso pasaría a manos del pintor “para que lo adorne y ponga en toda perfección en lo tocante a pintura tres meses delante de forma que esté acabado de todo punto para el día de navidad fin de este presente año de mil y seiscientos y sesenta y tres”.
Por cuenta de los comitentes quedaría el llevar las esculturas a Medina de Rioseco, mientras que Tudanca se encargaría de “poner las figuras en los carros con el cuidado que conviene para que vayan bien y no se maltraten e ir en persona a la dicha ciudad de Rioseco a asentarlas en su sitio y habiendo pasado la procesión ha de desarmar el paso y numerar los tornillos y las figuras con sus señales para que en adelante cualquiera persona con facilidad pueda armarle y desarmarle”. La Cofradía también se encargaría de poner en el paso “las toallas y paños con que descienden los santos a Cristo”.
Por todo el trabajo desarrollado por Díez de Tudanca en “el dicho paso y demás figuras que van referidas así de escultura como pintura y todo lo demás necesario hasta quedar en toda perfección” se le habrían de abonar la escasa cantidad de 6.000 reales. Entre los testigos firmantes de la escritura figura Bernardo Rincón, aprendiz de Díez de Tudanca y asimismo hijo del homónimo escultor vallisoletano.

Dos días después de la contratación de ambos pasos, el 28 de marzo, se firma una nueva escritura ante el escribano riosecano Manuel de Sandoval. En ella salen como fiadores de Tudanca el arquitecto “vecino de la villa de Tordesillas” Francisco Cillero. Pocas novedades o diferencias encontramos en este nuevo documento: tan sólo se amplía el plazo para su entrega, que será el día de Navidad de ese mismo año. Asimismo se le abonaban en ese mismo acto de la firma de la escritura los primeros 1.500 reales de la cantidad total pactada. La última paga se le daría “estando acabado en toda perfección y asentado dicho paso y figuras para que sirva en la procesión de disciplina de la Semana Santa del año que viene de seiscientos y sesenta y cuatro”.

El Descendimiento en la Procesión de la Soledad del año 1902
El 20 de julio de 1665 se vuelven a concertar los diputados de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Quinta Angustia y Francisco Díez de Tudanca. En esta ocasión la cofradía le prestó 3.300 reales de vellón “porque viniese  a esta ciudad [de Medina de Rioseco] a enmendar el paso del descendimiento y acabar lo demás que estaba obligado”. Efectivamente así lo hace y, al año siguiente, tras haber realizado unas mejoras sobre lo estipulado en “la urna, ángeles y sayones y guantes que se le tenían ofrecidos acordaron el que se remitiesen y perdonasen al dicho Francisco Díez de Tudanca los dichos tres mil y trescientos reales por las razones arriba declaradas” con la condición de que el escultor “haya de venir desde donde se hallare a volver a armar los dichos pasos para que estén en la parte y lugar donde está señalado y aderezarles y componerles si estuvieren maltratados por su cuenta sin que por ello la dicha cofradía le haya de dar cosa alguna”. Si Tudanca no lo cumplía, la cofradía podía requerirle judicialmente y volvería a estar en vigor esa deuda de 3.300 reales. Francisco Díez de Tudanca acepta estas mejoras y se obliga a no pedir ni cobrar ningún maravedí por razón de mejoras o arreglos de los pasos. 


Estas tres fotos han sido tomadas de: http://blogmorado.blogspot.com.es/
Sin duda estamos ante un paso magnífico aún cuando la diferencia con el original es sideral. El encanto de este paso se ve incrementado cuando discurre por las calles de Rioseco con sus soportales, mientras que la gente saliendo a los balcones a tocar las esculturas y sus sombras, proyectadas en las fachadas, que se mueven fantasmagóricas.
BIBLIOGRAFÍA
  • GARCÍA CHICO, Esteban: Documentos para el estudio del arte en Castilla. 2, Escultores, Universidad de Valladolid, Valladolid, 1941.
  • ALONSO PONGA, José Luis (coord.): La semana santa en la tierra de campos vallisoletana, Grupo Página, Valladolid, 2003.
  • PÉREZ DE CASTRO, Ramón y GARCÍA MARBÁN, Miguel (coord.): Cultura y arte en Tierra de Campos. I Jornadas Medina de Rioseco en su historia, Diputación Provincial de Valladolid, Valladolid, 2001.

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